Con motivo del Encuentro por la Amistad entre los Pueblos, que como todos los años se celebra este domingo 19 de agosto en la ciudad italiana de Rimini, el Papa Francisco ha enviado un mensaje a través del Cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado del Vaticano, en el que anima a que los cristianos a soñar con un mundo “que cambie para bien”.
En la carta, el Cardenal Parolin recuerda a los participantes y voluntarios del evento, organizado por iniciativa de Comunión y Liberación, las palabras del título del encuentro: “Las fuerzas que mueven la historia son las mismas que hacen al hombre feliz”.
Se trata de unas palabras de don Luigi Giussani en referencia a los cambios sociales introducidos a partir de los sucesos de 1968 que llevaron a una ruptura generacional con el pasado. Como explica el Cardenal, como consecuencia de esa ruptura “numerosos creyentes cedieron ante la fascinación que producía esa perspectiva, y convirtieron la fe en un moralismo”.
Sin embargo, se ha preguntado: “¿qué queda de ese deseo de cambiarlo todo?”. “Volvemos a construir muros en vez de puentes. Tendemos a cerrarnos, en vez de abrirnos a los que son diferentes. Hay una creciente indiferencia en vez de un deseo de emprender iniciativas que favorezcan el cambio”.
Como resultado de ello, “la sensación de miedo prevalece sobre la confianza en el futuro”. Ante esa situación, el cristiano debe luchar contra la tentación de creer que su inteligencia y capacidades pueden gobernar el mundo.
“El cristiano no puede renunciar a soñar que el mundo cambie para bien, porque en la raíz de esta certeza está la convicción profunda de que Cristo es el inicio del mundo”, aseguró.
Por lo tanto, frente a la fascinación por los procesos revolucionarios, el Cardenal recordó que “ningún esfuerzo, ninguna revolución, puede satisfacer el corazón del hombre. Sólo Dios, que nos hizo con un deseo infinito, lo puede llenar con su presencia infinita”.
Además, en el mensaje, el Secretario de Estado de la Santa Sede afirmó que “el Santo Padre desea que el Encuentro de este año sea, para todos los que participen, en ocasión para profundizar o acoger la invitación del Señor Jesús: ‘Venid y veréis’”.
En esas palabras radica “la fuerza que, además de liberar al hombre de la esclavitud, de los ‘falsos infinitos’ que prometen felicidad sin asegurarla, lo hace protagonista de la escena del mundo, llamado a hacer de la historia el lugar de encuentro de los hijos de Dios con su Padre”.