El Arzobispo de Bogotá (Colombia), Cardenal Rubén Salazar, alentó a los fieles a seguir tres claves fundamentales para alimentar la fe y la cercanía con el Señor, las cuales son la Palabra de Dios, los sacramentos y la vida en comunidad.
El Purpurado dio estas tres claves al reflexionar sobre la parábola de las diez vírgenes y las lámparas de aceite, la cual “nos abre una perspectiva muy hermosa de cómo tenemos que vivir nuestro compromiso con Dios y con los demás”.
El Arzobispo recordó que en los últimos domingos “hemos venido reflexionando sobre lo que tenemos que vivir para ser felices: el amor, el servicio, la entrega, la generosidad, la construcción de un país solidario, fraterno, en paz”.
“Hoy el Señor nos da una clave. Se trata de que tengamos nuestras lámparas siempre cargadas de aceite para que estén encendidas”, indicó.
Explicó que lo mismo sucede en la vida diaria. “Si nosotros no estamos echándole aceite para que la lámpara esté permanentemente con el combustible que necesita para estar encendida y viva, pues indudablemente se va a apagar. ¿Cuál es ese aceite que tenemos que darle a nuestra lámpara?”, preguntó.
En ese sentido, el Cardenal Salazar señaló que los tres aspectos fundamentales para mantener la lámpara encendida son la Palabra del Señor, los sacramentos y la vida en comunidad.
“Tenemos que convencernos de que hay que leer la Palabra de Dios”, entenderla, aplicarla en la vida diaria y hacerla el alimento permanente “que nos permita tener la fuerza y la luz que necesitamos para poder vivir siempre ese compromiso diario de amor y de servicio a los demás”, indicó.
En segundo lugar, señaló, están los sacramentos, “que son como esos signos sensibles, claros en los cuales se realizan muy fuertemente lo que tiene que ser nuestra vida como hijos de Dios y como hermanos de los demás”.
El Purpurado recordó que por el Bautismo “nos incorporamos a Cristo (…) y entramos a formar parte del pueblo de Dios que es la Iglesia”, realidad de salvación confirmada en el sacramento de la Confirmación.
“Pero hay dos sacramentos que son los que, podríamos decir, nos acompañan a lo largo de toda nuestra vida, que son el sacramento de la Confesión y el sacramento de la Eucaristía”, indicó.
El Arzobispo de Bogotá recordó que con la Confesión “tenemos la posibilidad de recibir siempre el perdón que el Señor nos ofrece (…) para poder reintegrarnos plenamente, con un corazón nuevo, fraterno y solidario, a la comunidad eclesial”.
“Tenemos que aprender a acudir a ese sacramento con mucha frecuencia para poder de esa manera estar siempre libres de todas las trabas, de todo lo que poco a poco se va pegando, que nos va impidiendo caminar como debemos caminar en el amor a Dios y a los demás”.
“Y el sacramento de la Eucaristía”. Recordó que la Iglesia pide a los fieles participar por lo menos en la Misa dominical para celebrar “de una manera especialísima la fuerza salvadora de la muerte y resurrección de Cristo”, y unirse “profundamente a Él, alimentándonos de su cuerpo y su sangre en la comunión.
Finalmente, el Cardenal Salazar se refirió a “la vida misma de la comunidad”.
“El mundo de hoy tiende a aislarnos, a que cada uno se meta dentro de sí mismo y viva totalmente una vida individualista y egoísta”, advirtió.
En ese sentido, dijo que “para poder mantener viva la llama de la lámpara, y por lo tanto para que tenga suficiente aceite, necesitamos ayudarnos los unos a los otros, acompañarnos los unos a los otros en este caminar a lo largo de la existencia, iluminada por la Palabra de Dios y fortalecida con los sacramentos”.
Indicó que si bien “caminar juntos a veces es más lento”, es más seguro.
“Cuando voy solo puedo ir tal vez corriendo, pero estoy más expuesto a una caída. En cambio, cuando voy junto, cuando voy con mi familia, cuando voy con mi comunidad, indudablemente que tengo más posibilidad de caminar seguro hacia la meta, y la meta indudablemente es el amor de Dios más allá de nuestra muerte, por medio de Cristo nuestro Señor”, señaló.
Por ello, el Arzobispo alentó a los fieles a tomar “conciencia de que nuestra vida es ese caminar hacia ese encuentro definitivo con Dios”. “Hagámoslo con las lámparas llenas de aceite: Palabra de Dios, Sacramentos, comunidad, que nos permite que esté la llama siempre encendida”, concluyó.