Soy Miembro de la Iglesia
La Iglesia es el Cuerpo Místico de Cristo, conformada por todos los bautizados, y también incluye a todos los nacidos de nuevo, es decir, a todos aquellos que han confesado con su boca al Señor Jesús y creyeron en su corazón que Dios lo levantó de los muertos. Los miembros de la Iglesia estamos llamados a la santidad, a anunciar a Cristo en el mundo y acoger a todos los hombres y respetarlos en su dignidad y diversidad. Incluso a aquellos que se han apartado de la Iglesia por motivos históricos o no creen en Jesús, los miembros de la Iglesia estamos llamados a amarlos y tratarlos como una familia, y acogerlos con respeto y cariño.
Soy Miembro de la Iglesia en profundidad
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Jesús manifestó explícitamente que la forma de perseverar en el seguimiento de sus enseñanzas iba a ser por medio de su Iglesia, su comunidad… y esa comunidad es la Iglesia Católica.
La Iglesia no es simplemente una reunión de personas. Con la gracia del Espíritu Santo derramado en Pentecostés nos hemos unido unos con otros y formamos en Cristo un solo cuerpo. Y así como un cuerpo tiene las manos, los pies, los ojos y cada uno de sus miembros, en el Cuerpo de Cristo cada uno de los bautizados es un miembro vivo.
Es por eso que nuestra forma de vivir la fe no es en soledad. Somos una familia, somos hermanos, somos una comunidad en Cristo.
Si lo pensamos como un templo, cada cristiano es una piedra viva que forma y construye a la Iglesia. Cada uno de nosotros es importante y debe contribuir a que nuestra iglesia, formada por santos y pecadores, sea cada vez más lo que Dios quiere de ella.
A su vez, todos recibimos en el bautismo una misma misión: “anunciar el Reino de Dios a todos los pueblos”.
Catecismo de la Iglesia Católica
789 La comparación de la Iglesia con el cuerpo arroja un rayo de luz sobre la relación íntima entre la Iglesia y Cristo. No está solamente reunida en torno a Él: siempre está unificada en Él, en su Cuerpo. Tres aspectos de la Iglesia “cuerpo de Cristo” se han de resaltar más específicamente: la unidad de todos los miembros entre sí por su unión con Cristo; Cristo Cabeza del cuerpo; la Iglesia, Esposa de Cristo.
798 El Espíritu Santo es “el principio de toda acción vital y verdaderamente saludable en todas las partes del cuerpo”. Actúa de múltiples maneras en la edificación de todo el cuerpo en la caridad: por la Palabra de Dios, “que tiene el poder de construir el edificio”, por el Bautismo mediante el cual forma el Cuerpo de Cristo; por los sacramentos que hacen crecer y curan a los miembros de Cristo; por “la gracia concedida a los apóstoles” que “entre estos dones destaca”, por las virtudes que hacen obrar según el bien, y por las múltiples gracias especiales [llamadas “carismas”] mediante las cuales los fieles quedan “preparados y dispuestos a asumir diversas tareas o ministerios que contribuyen a renovar y construir más y más la Iglesia”.
Citas de la Sagrada Escritura
Sino que hablando la verdad en amor, crezcamos en todos los aspectos en aquel que es la cabeza, es decir, Cristo, de quien todo el cuerpo, conforme al funcionamiento adecuado de cada miembro, produce el crecimiento del cuerpo para su propia edificación en amor. (Efesios 4,15-16)
Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, aunque son muchos, constituyen un solo cuerpo, así también es Cristo. Pues por un mismo Espíritu todos fuimos bautizados en un solo cuerpo, ya judíos o griegos, ya esclavos o libres, y a todos se nos dio a beber del mismo Espíritu. Porque el cuerpo no es un solo miembro, sino de muchos. (1 Corintios 12,12-15)
Frases del Papa Francisco acerca de Soy miembro de la Iglesia
“Si somos dignos de que él esté en nosotros, entonces somos realmente vivificados por él, como miembros vivos suyos: Pues en él como dice el Apóstol vivimos, nos movemos y existimos”.
“A través de los sacramentos de iniciación cristiana, el Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía, el hombre recibe la vida nueva en Cristo. Ahora, todos lo sabemos, llevamos esta vida «en vasijas de barro», estamos aún sometidos a la tentación, al sufrimiento, a la muerte y, a causa del pecado, podemos incluso perder la nueva vida. Por ello el Señor Jesús quiso que la Iglesia continúe su obra de salvación también hacia los propios miembros, en especial con el sacramento de la Reconciliación y la Unción de los enfermos, que se pueden unir con el nombre de «sacramentos de curación»”.
Frases de Benedicto XVI acerca de Soy miembro de la Iglesia
“La Iglesia, llamada a vivir y caminar según el mandamiento del Señor, en el cual se resumen toda la ley y los profetas. Estar unidos a Cristo en la fe y en comunión con él significa estar «arraigados y cimentados en el amor», el tejido que une a todos los miembros del Cuerpo de Cristo”.
“El Bautismo, que constituye a los hombres «hijos en el Hijo» y miembros de la Iglesia, es la raíz y la fuente de todos los demás dones carismáticos”.
Frases de San Juan Pablo II acerca de Soy miembro de la Iglesia
“Es la inserción en Cristo por medio de la fe y de los sacramentos de la iniciación cristiana, la raíz primera que origina la nueva condición del cristiano en el misterio de la Iglesia, la que constituye su más profunda «fisonomía», la que está en la base de todas las vocaciones y del dinamismo de la vida cristiana de los fieles laicos. En Cristo Jesús, muerto y resucitado, el bautizado llega a ser una «nueva creación», una creación purificada del pecado y vivificada por la gracia”.
“También en la edificación del cuerpo de Cristo vive la diversidad de miembros y funciones. Uno es el Espíritu que, para la utilidad de la Iglesia, distribuye sus múltiples dones con magnificencia proporcionada a su riqueza y a las necesidades de los servicios. Y es también el mismo Espíritu que, con su fuerza y mediante la íntima conexión de los miembros, produce y estimula la caridad entre todos los fieles”.
Preguntas para reflexionar acerca de Soy miembro de la Iglesia:
¿Qué debemos hacer los miembros de la Iglesia?
Lo primero que debemos hacer es conocer: su origen, sus enseñanzas, sus reglas, su finalidad.
El segundo paso es cumplir con nuestra misión específica dentro de la Iglesia. Una vez que la sabemos, debemos trabajar por ella. Trabajar por fortalecer nuestra unión con Cristo, a través de los sacramentos y de trabajar diariamente las virtudes. Nadie va a cumplir nuestra misión dentro de la Iglesia, pues cada quien tiene una función distinta; solo nosotros podemos cumplir la tarea que se nos ha entregado.
El tercer paso es dar a conocer las enseñanzas de la Iglesia a los demás. Dar a conocer a todos los que encuentres en tu camino la necesidad que la Iglesia tiene de ellos.
¿Por qué hablamos del “Cuerpo de Cristo” en más de un sentido?
En primer lugar, el Cuerpo de Cristo se refiere al cuerpo humano de Jesucristo, quien es la Divina Palabra hecha hombre. En segundo lugar, como nos enseñó S. Pablo en sus cartas, la Iglesia es el Cuerpo de Cristo en el cual muchos miembros están unidos con Cristo su cabeza (cf. 1 Co 10:16-17, 12:12-31; Rom 12:4-8).
A esta realidad se le llama frecuentemente el Cuerpo Místico de Cristo. Todos unidos a Cristo, los vivos y los difuntos, forman juntos un solo Cuerpo en Cristo. Esta no es una unión que pueda ser vista por ojos humanos, pues es una unión mística llevada a cabo por el poder del Espíritu Santo.
El Cuerpo Místico de Cristo y el Cuerpo de Cristo eucarístico están vinculados inseparablemente. Por el Bautismo entramos en el Cuerpo Místico de Cristo, la Iglesia, y al recibir el Cuerpo de Cristo eucarístico somos fortalecidos e incorporados en el Cuerpo Místico de Cristo. Es mediante el Espíritu Santo que el don del Cuerpo de Cristo eucarístico viene a nosotros y mediante el Espíritu Santo nos unimos a Cristo y nos unimos entre nosotros para formar el Cuerpo Místico de Cristo. Como miembros del Cuerpo Místico, tenemos el deber de hacer presente a Cristo y de traerlo al mundo. Tenemos la responsabilidad de compartir la Buena Noticia de Cristo no sólo con nuestras palabras sino también con el modo en que vivimos nuestras vidas. Tenemos también la responsabilidad de trabajar contra todas las fuerzas que en nuestro mundo se oponen al Evangelio, incluyendo todas las formas de injusticia.
¿Qué parte desempeñan los miembros en el funcionamiento efectivo del Cuerpo de Cristo?
“Sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor”(Efesios 4:15-16).
“Pero Dios ordenó el cuerpo, dando más abundante honor al que faltaba, para que no haya desavenencia en el cuerpo, sino que los miembros todos se preocupen los unos por los otros. De manera que si un miembro padece, todos los miembros se duelen con él, y si un miembro recibe honra, todos los miembros con él se gozan” (1Corintios 12:24-26).
Dios llama y coloca a cada miembro individualmente en el cuerpo de tal forma que pueda crecer lo máximo posible y ser de provecho para todo el cuerpo.
¿Qué otras analogías nos muestran cómo Dios apoya y alimenta a los miembros por medio de la iglesia?
“Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho. En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos” (Juan 15:7-8).
Dios, por medio de su iglesia, cuida de cada uno de sus hijos. Pablo se refirió a la iglesia como la “madre de todos nosotros”. Así como una madre alimenta, viste, enseña y consuela a sus hijos, la iglesia cuida espiritualmente de las necesidades de cada miembro.
Jesús además comparó esta relación con una vid. Cada miembro conectado a la vida recibe el alimento y el apoyo que necesita para producir buen fruto. Pero si esta estrecha relación es cortada, la rama se secará. No importa si la comparación es el cuerpo o la vid, el mensaje es el mismo: los miembros de la iglesia deben estar conectados a Jesucristo y a los demás para poder crecer y dar fruto. ¡La iglesia es una de las bendiciones más grandes que Dios ha dado a sus hijos!
¿Deben los miembros de la iglesia ser participantes activos en la obra y el funcionamiento de ésta?
Cuando Dios nos da su Espíritu, nos convertimos en miembros del Cuerpo de Cristo, su iglesia. Ya que somos miembros de su cuerpo espiritual, él espera que lo sirvamos, le demos su ejemplo al mundo y tomemos parte en la obra de predicar el evangelio. También espera que nosotros nos conozcamos, amemos y sirvamos mutuamente. Él nos dice: “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros”. Podemos hacer esto sólo si somos participantes activos en su obra y servicio. La Escritura nos advierte: “Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca” (Hebreos 10:24-25).
Cristo espera que los miembros de su cuerpo estén colaborando activamente para lograr la misión que le ha encomendado a su iglesia.