Cientos de miles de polacos rezaron ayer sábado el rosario a lo largo de los 3.500 kilómetros de las fronteras de Polonia para pedir a Dios, por intermedio de la Virgen María, por la paz en el país y en el mundo.
El evento tuvo por nombre “Rosario en las fronteras” y fue convocado por un grupo de laicos, con el apoyo de obispos y sacerdotes. Antes del rezo de la oración mariana, los fieles se reunieron en unas 320 iglesias de 22 diócesis.
Con más del 90% de su población que se proclama católica, la tierra natal de San Juan Pablo II es también conocida por su amor a la Virgen María en la advocación de Nuestra Señora de Czestochowa, Patrona del país y que este 2017 celebra 300 años de su primera coronación canónica.
Los rezos se extendieron por el Mar Báltico, las montañas que separan al país de Eslovaquia y República Checa, así como en el resto de las fronteras.
En la frontera checo-polaca cerca de la ciudad de Szklarska Poreba cientos de creyentes llegaron en decenas de autobuses y coches a la cordillera Karkonosze para caminar a lo largo de la frontera.
Jóvenes, ancianos y familias con niños pequeños hicieron frente al frío para participar con rosarios en sus manos.
De acuerdo a los organizadores, la convocatoria fue con motivo de los 100 años de las apariciones de la Virgen de Fátima, quien animó a los tres pastorcitos –Sor Lucía y los ahora beatos Jacinta y Francisco Marto – a rezar el rosario por la paz en el mundo y la salvación de las almas.
Asimismo, este rezo masivo coincidió con la fiesta de la Virgen del Rosario, fijada para el 7 de octubre por San Pío X en recuerdo del triunfo de la flota cristiana sobre la turca en la batalla de Lepanto en 1571, que impidió que Europa cayera en poder de las tropas musulmanas y peligrara la cristiandad.
Como se recuerda, antes de la batalla el Papa Pío V pidió que en toda la cristiandad se rezara el rosario y se ayunara pidiendo el auxilio de la Virgen María ante este peligro.
Mientras tenía lugar el combate se hizo procesión del Rosario en Roma. La historia señala que en un momento el Papa dijo a un grupo de cardenales que era hora “de dar gracias a Dios por la victoria que ha concedido a las armas cristianas”. El triunfo sobre la amenaza islámica fue posteriormente confirmado.